teatro musical

El primer artículo de OutOfBroadway en este espacio me gustaría que fuera genérico. Sobre el teatro musical. Sin más. Un género con tantos acérrimos fans como detractores.

Diría que los fans de los musicales tenemos muchas cosas en común: Somos personas sensibles, que amamos la música y las historias bien explicadas. Somos críticos y también apasionados y entusiastas. Podemos llegar a ser algo obsesivos y memorizar cualquier pequeño detalle que para otra persona sería insignificante. Tenemos en nuestra mente una pequeña base de datos donde almacenamos todas las funciones que hemos visto, quién salía, qué nos parecía y si pasaba algo «fuera de lo normal». Somos fieles a nuestros ídolos y… Sí, podría ser que tendiéramos a idealizar ciertos espectáculos, artistas o canciones.

Hace años que soy una apasionada del teatro musical y cuando lo digo, en ciertos círculos, me miran de manera extraña. «Ay, pues a mi no me gustan nada», escucho con frecuencia. No sé cuál debe ser mi cara en ese instante. No soporto esa frase. Porque pienso que es como si alguien dijera «no me gusta la música», «no me gusta el teatro» o «no me gusta el cine». Podría ser, pero no he encontrado a nadie que me diga ninguna de estas tres cosas. En cambio sí a muchas personas que afirman que no les gustan los musicales cuando, probablemente, quizás tan sólo hayan visto uno que les causó mala impresión y ya decidieron que no les gustaban los musicales.

Hay un tipo de musical para cada persona, de la misma manera que hay un estilo de música, de cine o de teatro para cada persona. El tema es que en nuestro país no estamos tan acostumbrados a «convivir» con los musicales como lo pueden estar en Inglaterra o en Estados Unidos, donde desde pequeños los niños en las escuelas cantan LES MISÉRABLES o CATS.

Me apasionan los musicales desde hace muchos años. Y creo que me gustan tanto por lo que me hacen sentir. Puedo recordar perfectamente la sensación que tuve viendo a Àngels Gonyalons sobre el escenario del Tívoli haciendo MEMORY allá por el año 1991. No me quería mover de la butaca. No quería que la función acabara nunca. Quería seguir sintiendo esa emoción, esa fascinación… Esa felicidad. Me había enamorado por completo de los musicales.

Desde entonces empecé a investigar y a buscar CDS de musicales. Sólo conseguía comprar alguno en El Corte Inglés. Los primeros que tuve en mis manos fueron LES MISÉRABLES y MISS SAIGON. Los escuchaba leyendo el libreto y enganchándome así a la historia que contaban. Quería saber más. Quería saber todo sobre musicales. Escuchaba el programa de RNE ‘La Calle 42’ que hacían Josep Maria Pou y Concha Barral; y también ‘Broadway Express’ con Xavier Salvà y Blanca Busquets, en Catalunya Ràdio. ¡Cuánto sabían y cuánto aprendí de ellos! Echo de menos un programa así de radio.

En Barcelona me enamoré de MAR I CEL, del citado MEMORY, de ESTAN TOCANT LA NOSTRA CANÇÓ, TOTS DOS, GERMANS DE SANG, FLOR DE NIT…

Viajé a Londres con unas amigas en verano de 1997 y fui inmensamente feliz al ver mis primeros musicales en esa ciudad: la cuna europea de los musicales. En ese viaje vimos LES MISÉRABLES al final de la platea del Palace Theatre (sin tener visión completa de las barricadas); MISS SAIGON en el último piso del Drury Lane Theatre (todo se veía diminuto); GUYS AND DOLLS en el National Theatre y DAMN YANKEES en el Adelphi Theatre con el gran Jerry Lewis. En ese viaje me acabé de enamorar por completo de los musicales y empecé a enamorarme de Londres.

Desde entonces no he dejado de viajar con cierta frecuencia a la capital británica para ver lo que allí se cuece. Como mínimo una vez al año. Pienso que es imprescindible empaparse de la manera de hacer que tienen allí. Son los reyes del género… junto con Broadway, claro está.

A Nueva York fui por primera vez años después. En verano de 2004. Extrañamente, la ciudad no me fascinó tanto como Londres pero, evidentemente, sus musicales sí. Allí vi HAIRSPRAY, RENT, WONDERFUL TOWN, THE PRODUCERS, 42ND STREET, THE BOY FROM OZ y AIDA. Increíbles todos. A la Gran Manzana tan sólo he vuelto tres ocasiones más. No es tan cómodo ni económico como viajar a Londres.

Con el paso de los años he sido testigo del crecimiento del teatro musical en nuestro país. En Madrid los musicales de gran formato se están consolidando. Se ha conseguido vender la marca «Madrid, ciudad de musicales» y funciona. La capital se llena de visitantes de todos puntos del país que acuden allí tan sólo para ver espectáculos como EL REY LEÓN o BILLY ELLIOT. Ha costado, pero al final lo han conseguido.

En Barcelona, en cambio, esto está resultando un poco más complicado. Quizás porque la administración no se ha ocupado de apoyar al género… No lo tengo claro. Lo que sí está claro es que cada vez hay más jóvenes muy preparados a todos los niveles para dedicarse profesionalmente al musical y con muchas ganas de hacer cosas. Los espectadores están aumentando poco a poco, pero se necesita tiempo, confianza, y apoyo de las administraciones.

Pase lo que pase, desde este modesto espacio continuaré apoyando los musicales y compartiendo mi amor y pasión hacia ellos. Gracias!

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