¿La felicidad total existe?
Me encanta mantener con mis amig@s largas conversaciones sin rumbo debatiendo sobre «lo humano y lo divino». Recientemente discutíamos sobre si la felicidad total existe o no.
En este tipo de debates llega un momento en el que me apasiono tanto que tiendo a hablar con total rotundidad, como si tuviera la razón más absoluta. Probablemente sea algo que haya heredado de mi abuelo. A él le encantaba discutir, con su tono de voz fuerte y contundente; y no tenia ninguna duda de que tenía siempre la razón. Aunque le demostraras lo contrario. Él siempre tenía la razón. Mi abuela acababa callando, pero mi madre -que es como él pero algo más abierta de mente- se enzarzaba con él en discusiones sin fin donde ambos aseguraban tener la razón y, al final, normalmente mi madre acababa llorando. Nunca entendía esa necesidad de «ganar» en las discusiones. Y sigo sin entenderla.
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