Siempre he huido del egocentrismo, del narcisismo y de la falta de humildad. Hasta hace pocos años pensaba que eran fruto de un exceso de autoestima. Pero, a medida que he ido avanzando en el mundo del descubrimiento y crecimiento personal, me he dado cuenta de que era al revés. Son el resultado de una autoestima baja. No hay tal cosa como un «exceso» de autoestima. Al contrario, cuanto más nos trabajemos la autoestima, cuanto más nos queramos, más auténticos, humildes y empáticos seremos. Más facilidad tendremos para ponernos en nuestro lugar.
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