Seguramente tod@s nos hemos encontrado en alguna ocasión con personas que nos han respondido secas, bordes, tajantes… de manera que nos ha provocado cierto rechazo, incluso dolor. Sí. Ahora que reflexiono sobre ello me doy cuenta de que varias veces me he sentido muy mal al recibir una respuesta en un mal tono. He llegado a llorar incluso. En otras ocasiones, evidentemente, las he ignorado por completo y he seguido adelante como si nada. Pero poco valoramos, en general, la importancia de ser amable.
¿Qué significa ser amable?
Significa ser respetuoso, comunicarse con un tono agradable, tratar de mostrarse colaborativo e, incluso, sonreir.
Recientemente leía en un artículo de internet que «pocas veces escuchamos a los padres decir que una de sus metas es que sus hijos sea amables. Tampoco los adultos nos esforzamos en trabajar este rasgo. Estamos más centrados en el éxito, la riqueza o el estatus cuando, en realidad, son estas hebras que tejen las relaciones humanas las que tienen un mayor impacto positivo en nuestras vidas.«
Estoy totalmente de acuerdo. En las escuelas no nos enseñan a relacionarnos. Las relaciones humanas deberían de ser una asignatura troncal en la enseñanza obligatoria. No debería ser algo dejado al libre albedrío y que debiéramos aprender con la experiencia. Sino que nos tendrían que ayudar a ser conscientes desde bien pequeños de lo importante que es para nosotros cultivar las relaciones y practicar la amabilidad.
La amabilidad traspasa barreras y facilita la comunicación y el entendimiento entre las personas.
Una sonrisa, un «buenos días», un «cómo estás hoy?» te abren las puertas al paraíso que supone establecer una relación amistosa con otra persona.
La empatía
Es cierto que no siempre resulta fácil ser amable, pues el estrés laboral del día a día nos puede llevar a descuidar nuestro tono, a hablar de manera cortante o, incluso, a faltar el respeto a la otra persona. Se trata de ser consciente de ello.
Hace unos días una compañera de trabajo me pidió disculpas por si -en una conversación que habíamos tenido días atrás- yo me había sentido herida por ella. No era su intención, pero no se dio cuenta de que su manera de expresarse en un asunto laboral no me había sentado bien. Es cierto, su tono tajante y cortante me había causado malestar, rabia e impotencia. Me había dolido porque había tocado mi fibra. El «simple» hecho de disculparse me pareció un acto de una gran honra. Disculpas totalmente aceptadas.
En ocasiones nos cuesta ponernos en los zapatos de las otras personas. Se trata de practicar la empatía. Nadie sabe qué está pasando interiormente en cada cuál. En líneas generales, no sabemos con exactitud qué les pasa a las personas, qué situaciones han vivido o cómo se sienten ni porqué se sienten así.
Uno de los cuatro acuerdos de Don Miguel Ruiz dice: «No te tomes nada de manera personal«. Lo que dicen o hacen los demás está totalmente relacionado con sus vidas, con sus situaciones personales. Nada tienen que ver contigo. Si una persona es borde, rancia y distante, es por algo que tiene que ver simplemente con ella. Con nadie más. En este sentido, es importante tratar que no nos afecten en exceso las actitudes hirientes de esas personas y dejarles ser y estar tal como son.
«Sé amable, pues cada persona con la que te cruzas está librando su ardua batalla«, decía Platón. No sabemos lo que están viviendo las otras personas, por eso nuestra actitud amable puede ayudar a hacer sentir mejor a las personas con las que interactuamos.
Los pequeños detalles
La amabilidad se encuentra en los pequeños detalles. Un simple «buenos días» al llegar a la oficina, al entrar a un restaurante o en una tienda, puede cambiar el estado de ánimo de la otra persona. En ocasiones las personas vamos demasiado aceleradas y nos olvidamos de ello.
Debido a mi trabajo, a menudo paso horas hablando por teléfono y, tan sólo al establecer el primer «hola» con mi interlocutor ya puedo detectar su predisposición al entendimiento. Me parece fascinante la cantidad de amabilidad que encuentro al otro lado del teléfono. Por otro lado, en cuanto detecto un tono cortante, intento finalizar la conversación lo antes posible.
Valoramos más la importancia de las cosas cuando no las hemos tenido. Vivimos en un mundo dual y no podemos tener alegría si no hemos conocido la tristeza; no podemos valorar la felicidad si no hemos conocido la desdicha; y no podemos valorar la importancia de la amabilidad en nuestro día a día si no nos ha faltado.
La amabilidad se aplica en nuestras rutinas laborales, con desconocidos, pero también con nuestra familia y con nuestras parejas. Es fascinante encontrarte con palabras animosas cuando has cometido un error, con un abrazo cuando algo te ha salido mal, y con una sonrisa y una mano agarrándose fuerte a la tuya cuando tropiezas.
Por otro lado, me resulta bastante triste observar cómo parejas que llevan años de convivencia se han olvidado de ser amables entre ellos y se tratan en ocasiones con desprecio, a gritos o con palabras malsonantes. La amabilidad y el respeto no se deben perder nunca. Mucho menos con las personas que conviven con nosotros a diario. Creo que es importante ser consciente de cómo tratamos a los demás. Tanto a nuestras personas más allegadas como a los que casualmente nos encontramos en nuestro día a día.
La importancia de la amabilidad con uno mismo
No debemos olvidarnos nunca de nosotros mismos. De la misma manera que conseguimos ser amables con los demás, debemos serlo con nosotros mismos. Debemos ser respetuosos hacia nosotros, hablarnos con cariño y tratarnos bien. De nada sirve cuidar a los demás si no empezamos por nosotros.
Es cierto que en ocasiones no resulta fácil ser amable. Hay personas que nos llevan a nuestro límite, que nos cargan, que nos irritan… es cierto. Pero nuestro día será mejor si actuamos con amabilidad. Como bien dicen: “Ser amable con quien no te agrada no significa que seas hipócrita, sino que tienes la suficiente madurez para tolerarlo”.
Hay estudios que indican incluso que ser amable nos ayuda a ser más felices y retrasa el envejecimiento. Todo son beneficios porque, sin duda alguna, contribuimos también a hacer un mundo mejor.
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