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Incongruencia y/o Autenticidad. ¿Qué creéis que está más presente en nuestras vidas?

Es fácil percibir que, especialmente en estos meses, vivimos rodeados de incongruencias. Incongruencias que nos pueden irritar, enfadar y causar en nosotros una profunda sensación de impotencia.

Si paseáis un soleado domingo de otoño por las playas de Barcelona observaréis que están llenas de personas jugando a voleibol que instalan allí sus propias “pistas”. En cambio, las instalaciones deportivas al aire libre están cerradas por orden gubernamental. Evidentemente, los gimnasios y las piscinas también.

Los teatros llevan en Catalunya quince días cerrados a pesar de cumplir las medidas de seguridad determinadas. En cambio, las iglesias están abiertas. Incluso se celebró el sábado una beatificación que congregó a más de 500 personas en el interior de la Sagrada Familia. Ah! Es un «acto de culto», nada que ver con «la cultura”. La consellera Alba Verges no sabía como defender esta incongruencia ante la acertada pregunta de Gemma Nierga.

Y es que las incongruencias no se pueden defender de ninguna manera dado que, como la misma palabra indica, son incongruentes. Incoherentes.

Las incongruencias generan confusión

Las figuras de poder y sus aplastantes incongruencias generan una irremediable sensación de desconfianza e injusticia. Esto conduce a la confusión, al caos y a la inseguridad.

Los padres, cuando prohiben a sus hijos estar con el móvil y a los cinco minutos están ellos con móvil entre las manos, también serían un gran ejemplo de incongruencia generada por una «figura de poder». ¿Cómo confiar y respetar a alguien que te dice algo que no hace?

Se predica con el ejemplo”, decía siempre mi padre. Gran verdad. Sé aquello que quieres ver a tu alrededor.

Fui educada en la religión católica y no fue hasta que observé todas las incongruencias que hay en el catolicismo que decidí dejar de creer en esa religión. Aunque me costó años. No fue fácil desmontar toda una serie de creencias que hasta cierto momento de mi vida eran incuestionables.

El opuesto de Incongruencia es Autenticidad

Incongruencia es todo aquello que no está alineado, que no es coherente. Es cuando decimos una cosa y hacemos otra totalmente diferente. Si buscamos sinónimos de esta palabra en el diccionario encontramos términos como incoherencia, contradicción, desatino, barbaridad. Me encanta “barbaridad”. Muy llevada al extremo, pero totalmente apropiada.

El antónimo es Congruencia: coherencia, conexión, relación, cohesiónLa coherencia implica que nuestros pensamientos, palabras y acciones están totalmente alineados. Es también la definición de AUTENTICIDAD.

Nuevamente, para tratar de “combatir” o (quizás me guste más) “compensar” las incongruencias que nos rodean, debemos tratar de ser coherentes y auténticos nosotros. Desconectar del exterior y buscar nuestra propia verdad en nuestro interior. Que nuestros actos, nuestros “discursos” y nuestra manera de pensar estén en total sintonía. Sin contradecirnos.

De nada sirve anclarnos en la queja. Hemos de actuar y ser ejemplo de aquello que reclamamos en los demás.

No es fácil. Debemos tener en cuenta que vivimos en una sociedad que vive muy “de cara al exterior” donde importa demasiado lo que opinen los demás. El otro día, paseando por la playa y pensando exactamente en este tema, me crucé con una chica que le iba diciendo a su amiga: “Mira, estos están aquí en la playa haciendo sentadillas y haciéndose selfies para demostrar al mundo lo deportistas que son, y seguro que luego van a su casa y se pasan la tarde en el sofá, viendo una película y comiendo palomitas”. Quizás sea así. Si fuera el caso, serían incongruentes.

Ser auténtico implica ser vulnerable

Todos lo somos a mayor o menor nivel. No somos auténticos al 100%. Al menos yo admito no serlo. Cuando negamos cómo nos sentimos porque pensamos que ciertos sentimientos no son aceptables no estamos siendo auténticos. Al hacer un trabajo que no nos gusta; o cuando somos hipócritas y no expresamos nuestros sentimientos reales. También al ocultar una parte de nosotros por miedo al qué dirá.

Vivimos en una sociedad donde impera el “fingimiento”. En ocasiones fingimos ser quienes no somos. Quizás porque no queremos mostrarnos tal cual somos, o porque no podemos… O incluso porque no sabemos quiénes somos realmente. Nos hemos acostumbrado a ser quienes esperan que seamos.

Desde que nacimos hemos estado ocultando nuestros sentimientos más auténticos para ser aceptados y queridos por los demás. Fuimos dejando de ser nosotros mismos.

Es peor no ser consciente de nuestra falta de autenticidad que darse cuenta de que no estamos siendo nosotros. Evidentemente, lo ideal sería poder ser transparentes y honestos al 100% las 24h del día.

Ser auténticos implica enfrentarse al miedo de ser rechazados. De que los otros nos juzguen. De no gustar. Implica ser vulnerables. Para ello es necesario saber cómo nos sentimos, admitírnoslo a nosotros mismos y, en consecuencia, a los demás.

Os invito a observar las incongruencias que hay a nuestro alrededor e incluso las nuestras propias y a tratar de ser coherentes. Principalmente con nosotros mismos. Sólo desde nuestra propia coherencia y autenticidad podremos vivirla a nuestro alrededor.


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