En medio de la organización de la quinta edición de AMOR X AMOR, concierto solidario que este año hemos reconvertido en una Jornada Solidaria Online de Duetos de Musicales a Distancia, la semana pasada Santos Ávila me invitó a hablar sobre el AMOR en su canal YouTube. Así pues, hablemos de amor.
El AMOR es uno de mis temas preferidos. Soy una romántica empedernida. Desde pequeña me han gustado las historias de amor (era fan de la serie ‘Candy Candy’!) y siempre me han atraído las comedias románticas y las canciones de amor. Confieso que me encanta todo lo relacionado con el romanticismo. Sin exceso de cursilería, claro está. Manteniendo un equilibrio, como en todo.
Pero una cosa es el AMOR, y otra muy diferente las relaciones que se construyen a partir de ese amor. Dicen que el enamoramiento se acaba. Yo no estoy de acuerdo. Pienso que se puede cultivar. Pero está en cada cual dedicar su energía a hacerlo, o aceptar que se desvancece sin más.
Siempre repito lo mismo. El AMOR está ahí. Está en nosotr@s, forma parte de nuestra esencia. Cuando nos enamoramos, es porque sentimos una conexión especial con otra persona. La admiramos, nos encanta cómo es y disfrutamos especialmente el tiempo que compartimos a su lado. Cuando, además, ese sentimiento es recíproco, se da rienda suelta a que esa atracción mútua abra la puerta a la pasión y el deseo.
Hablemos de amor: Las relaciones de pareja son nuestro mejor espejo
Entra aquí en juego la vulnerabilidad. Nos desnudamos ante la otra persona totalmente. No tan sólo físicamente, sino también emocionalmente. Permitimos que descubra nuestras partes más oscuras. Nuestras inseguridades. Nuestra «otra cara». Y nosotr@s también descubrimos las suyas. A partir de aquí, en muchas ocasiones, nos decepcionamos y decidimos separar nuestros caminos. Es más fácil huir y encerrarnos en nuestras casas que tratar de descubrir qué nos está diciendo la otra persona sobre nosotros mismos.
Decidimos huir del AMOR. Es más cómodo. Seguirá en nosotros, por supuesto, pero lo ignoraremos. Como ignoramos tantas cosas sobre nosotros mismos. Continuaremos viviendo nuestra vida, sin más. Quizás con el anhelo de que otra persona pueda volver a hacernos sentir «especiales» y no nos haga descubrir esa parte de nosotros que no nos gusta compartir, porque ni tan solo queremos aceptarla.
No nos damos cuenta de que YA somos especiales tal y como somos y que, esa «oscuridad» nuestra forma parte de nosotros, y debemos aprender a amarla también.
AMAR es una decisión
Pero es cierto que en ocasiones decidimos no AMAR. Cerrar la puerta al AMOR y tratar de apagar su llama. Sí, AMAR es una decisión. Requiere acción. Según Teal Swan «amar es integrar a alguien como parte de ti«. Cuando amas, quieres que la otra persona se sienta bien, porque así tú también te sentirás bien.
AMAR es respetar. Por eso amar también es ofrecer libertad. Para amar hay que comunicarse, ser consciente de nuestras emociones, comprender, escuchar, acompañar, soltar, estar, ser, tocar, abrazar, besar, integrar. Ser honesto y comprometido. Hay que dar, pero también hay que recibir.
Los de mi generación aún crecimos viendo como en las relaciones de pareja amar suponía cuidar a la otra persona. Hacerse responsable de su bienestar. Hacer sacrificios por el otro. Nuestras madres a menudo abandonaban sus profesiones por cuidar a su marido e hijos. Y, en ocasiones, ni trataban de averiguar qué era aquello que les apasionaba para tratar de hacerlo. Dejaban de ser ellas mismas para convertirse únicamente en madres y/o esposas.
Por suerte, en unos pocos años todo esto ha cambiado. Amar no es sacrificarse ni cuidar a nadie. El amor a los demás empieza por el amor a uno mismo.
La importancia de la autoestima
Para poder amar de manera sana a otra persona, primero debemos amarnos a nosotros. Seguir nuestros sueños, hacer aquello que nos apetece en cada momento, cuidarnos tanto física como emocionalmente.
A partir de aquí, siendo plenamente responsables de nuestra propia felicidad, sin que ésta dependa de lo que otra persona haga o deje de hacer, podemos decidir compartir nuestro camino con otra persona. Decidimos amar de manera consciente. Cuidando la relación (no a la persona) porque ésta nos aporta, nos enriquece, nos hace evolucionar y nos suma.
Uno de los grandes debates en las conversaciones conscientes sobre el amor es como distinguirlo de la dependencia. ¿Es posible vivir una relación sin apego? ¿Sin esperar que la otra persona cubra nuestros vacíos?
Yo diría que cierto apego siempre va a haber. Pero deberíamos centrarnos en el apego sano. En un «me encanta estar contigo pero, si estoy sin ti, no pasa nada, porque también estoy bien conmigo». Yo diría que sí, es posible vivir una relación sin apego. Pero no es lo común.
Hablemos de amor. Como bien dice Santos en la charla que os comentaba (y que podéis encontrar al final del texto), estamos rodeados de «historias de amor dependiente» en la cultura. En las películas, en las canciones, en las obras de teatro, l@s protagonistas sufren (casi) siempre por amor. Las separaciones en las parejas van (casi) siempre acompañadas de drama, dolor, pena… Pero, si lo analizamos bien y somos capaces de verlo desde otra perspectiva, todo podría ser más fácil, más liviano, más natural.
El AMOR puede ser eterno, las relaciones pueden no serlo
El AMOR puede ser eterno, pero las relaciones no tienen por qué serlo. Es otra creencia arraigada en nuestra sociedad que debemos cambiar. Separarse no es fracasar.
Hay ocasiones en las que ya hemos finalizado el aprendizaje que deberíamos hacer junto a una persona y debemos emprender otro camino. Abrir nuevas puertas para empaparnos de nuevas experiencias. Crecer y evolucionar sol@s o junto a otras personas.
Lo importante es que aprendamos a escucharnos y saber qué queremos realmente. En ocasiones no somos capaces de verlo por nosotr@s mismos, o nos da miedo tomar alguna decisión que nos haga saltar al vacío sin red. Pero si observamos nuestras reacciones y emociones, si nos damos cuenta de lo que sentimos ante una u otra opción, es fácil. Simplemente hay que aprender a dejar que nuestro corazón nos guíe (o nuestras tripas) y empezar a caminar en esa dirección.
Reconstruyendo el amor romántico
El paradigma de las relaciones de pareja está cambiando. Pero debemos ser autores de ese cambio.
Por mucho que tenga claro que el desapego es importante en una relación de pareja sana, creo que el romanticismo no está reñido con ello. Podemos vivir una relación sana y cultivar el amor romántico. No creo que sea incompatible.
Hay una tendencia muy fuerte hacia la deconstrucción del amor romántico. Muy a menudo veo publicaciones en las redes que niegan su existencia, que proclaman que se trata tan sólo de un mito del que nos hemos alimentado a través de las películas Disney o del clásico cine romántico de Hollywood. Leo multitud de artículos de psicólogos o líderes espirituales que «destruyen» el romanticismo afirmando que es una utopía.
Yo diría que el amor romántico no es más que la expresión del amor entre dos personas que deciden «salpimentar» su relación con pequeños detalles que convierten un momento a priori «normal» en algo mágico, único y especial.
El romanticismo se crea, se construye, se trabaja y, evidentemente, las dos personas involucradas en la relación de pareja han de jugar a favor de él. A las dos personas les ha de gustar por igual ser detallistas, cariñosas, cuidadosas y tratar de sorprender a la otra persona con pequeños detalles.
Evidentemente, cuando una de las dos partes pierde el interés o las ganas de «jugar» al romanticismo, éste deja de existir. Dijo «jugar» porque no deja de ser eso, un juego de seducción, de miradas, de sonrisas, de sorpresas, de caricias, de gestos, de susurros, de silencios cómplices. Y sí, para jugar muchas veces se necesitan dos personas… Está claro que veces podemos jugar solos, pero siempre es más divertido, emocionante y apasionante con otra persona.
Lo que es evidente es que el romanticismo requiere de dedicación, y no todo el mundo tiene el tiempo, ni el interés o el ánimo para llevarlo a cabo.
Hablemos de AMOR porque somos AMOR
He centrado este artículo en el AMOR de pareja, pero el AMOR es aquella fuerza que nos une. Sentimos AMOR hacia nuestros animales, nuestros amigos, nuestra familia, hacia nuestros hobbies o nuestra profesión. Debemos sentirlo también hacia nosotros mismos.
No es necesario tener pareja para vivir con AMOR. Para nada. Somos AMOR. Es nuestra decisión mostrarlo, compartirlo e iluminar el mundo, o esconderlo y dejar que el miedo ocupe su lugar.
Comparto esta terapéutica charla con Santos Ávila sobre el AMOR y las relaciones. Espero que os aporte tanto como a mí.
>> Crecimiento Personal: Vivir es Urgente