Es curiosa la vida. Es aquello que pasa mientras esperas que pase algo. Nos convertimos en aquello que nos dicen que debemos ser y nos olvidamos de lo más importante: la autenticidad.
De pequeña te dicen que tienes que ser buena y generosa; y te preocupas por gustar a tus padres, familiares, conocidos… y a tanta gente como sea posible para tener amigos y no sentirte sola.
De mayor aprendes que todo debe ser al revés. Que primero debes conocerte y gustarte tú; y luego ya vendrá lo demás, ya se pondrá todo en su lugar.
Pero eso de conocerse no es fácil. Porque cuanto más te descubres, más te das cuenta de que hay cosas a tu alrededor que no te gustan. Cuanto más te permites «ir apareciendo», más se desmorona tu «estabilidad» emocional. Y, claro, todos queremos sentirnos seguros. Lo contrario es aterrador.
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