Las creencias que tenemos sobre el amor y las relaciones afectan de manera suprema nuestra manera de vivir. De hecho, son nuestras creencias las que marcan el rumbo de nuestras vidas. Todos tenemos creencias limitantes que nos impiden avanzar en la vida de una manera u otra.
¿Existe “el amor de nuestra vida”?
Hay personas que tienen clarísimo que “el amor de su vida” fue alguien que ya no forma parte de sus vidas, alguna ex-pareja. Viven sintiendo que “el amor de su vida” ya no volverá o anhelando que algún día vuelva.
Para mí, eso es una creencia limitante que les impide volver a vivir el amor tal y como una vez lo conocieron, o incluso mejor.
¿Os habeis planteado en qué creeis? Y, aun mas profundo, ¿os habéis planteado cuestionar aquello en lo que creéis?
Tenemos multitud de creencias integradas en nosotros. Sobre el amor y las relaciones de pareja, sobre el trabajo, sobre la familia, sobre el dinero, sobre la salud… Lo más probable es que ni siquiera seamos conscientes que tenemos ciertas creencias. En consecuencia, no nos planteamos poder cambiarlas. Con lo cual, vivimos de alguna manera «estancados» por ello.
¿Qué es lo peor de todo esto? Que muchas de estas creencias que tenemos son limitantes. Evitan que crezcamos, que evolucionemos, que volemos.
Cambia tus creencias y cambiará tu vida.
Más fácil aún: plantéate la certeza de tus creencias y cambiará tu vida.
Siguiendo con el ejemplo con el que he comenzado el artículo, creer que una persona determinada FUE «el amor de tu vida» y saber que esa persona ya no volverá a formar parte de nuestras vidas de la manera que lo hacía, nos puede conducir a un gran sufrimiento. Nos llevará a vivir constantemente recordando lo maravilloso del pasado, anhelando esos momentos sin ser capaces de encarar el presente y el futuro con entusiasmo y alegría.
En cambio, si creemos que «todo pasa por algo», que todas las personas que pasan por nuestra vida son nuestras maestras, que la vida es un constante aprendizaje, que estamos regidos por la Ley de la Atracción y la Ley del Espejo, y que cuanto más evolucionemos, mejor será aquello que viviremos, tendremos claro que seremos capaces de vivir el AMOR en su máximo esplendor a cada momento.
Yo creo en el amor de mi vida. Claro que sí. Soy una romántica empedernida, ya lo sabéis. Pero creo que el amor de mi vida es el que estoy viviendo en el presente. Y lo cuido, lo atesoro y lo valoro como tal.
Hay quien cree que nadie le podrá hacer sentir nuevamente como se sentía con tal o cual persona. Yo también lo creía. Pero leí un artículo en el que compartían la siguiente idea que impactó fuertemente en mí: Cuando te sientes feliz, ¿quién siente? Cuando te sientes pletórica ¿quién siente? Eres TÚ la que tiene esa capacidad para SENTIR de la manera que sientes. Es cierto que quien esté a tu lado puede actuar como catalizador. Pero eres TÚ quien siente esas emociones, eres TU la responsable de esos sentimientos. La otra persona simplemente refleja lo que hay en ti.
Esa creencia hizo que cambiara mi manera de afrontar las situaciones. Me ayudó a que el sufrimiento desapareciera. Y, el paso del tiempo, me hizo comprobar que era cierto. Podía volver a sentir y vivir el AMOR aún con más intensidad, honestidad y pasión, pues la madurez, la experiencia y los aprendizajes adquiridos nos llevan a ello.
Creencias limitantes generalizadas
Hace unos días me encontré una conocida me explicaba sorprendida cómo habían cambiado sus creencias entorno a la vida y la muerte tras el repentino fallecimiento de su madre. Ella era una mujer escéptica y totalmente terrenal pero, el proceso de despedida de su madre le abrió la puerta a cuestionarse nuevas creencias, entre ellas la de la existencia de las almas. Empezar a creer en que su madre no se había acabado de ir del todo le había aligerado el dolor. Se cuestionó sus creencias anteriores y estaba tratando de construir una nueva base para enfrentarse a la vida y a la muerte.
También tenemos multitud de creencias limitantes como sociedad en cuanto a la salud. No entraré en detalle sobre este tema pero, planteémonos qué ha pasado recientemente con la pandemia y qué creencias nos han tratado de transmitir. O qué creencias tenemos en torno a la medicina homeopática o a los terapeutas «alternativos».
En cuanto al trabajo o a los estudios, hay también diversas creencias que tenemos integradas como verdades absolutas. Mucha familias siempre han creido que es necesario estudiar una carrera universitaria para que nos vaya bien en la vida. Muchos también creemos que es muy complicado dejar un trabajo estable para lanzarnos a nuestra propia aventura profesional. ¿Podemos plantearnos que no tiene por qué ser así?
¿Cómo construir nuevas creencias?
El primer paso es detectar qué creencias nos están limitando. Eso no es fácil, pues la mayoría de ellas las tenemos integradas en nuestro interior desde la infancia.
Podemos tratar de escribir una lista de cosas que damos por sentadas en los diferentes temas de la vida: ¿qué creemos en referencia al dinero? ¿Tenemos alguna creencia que nos limite? Según en qué familia hayamos nacido podemos creer que nunca podremos tener mucho dinero o, incluso, que el dinero es malo. Se trata de pensar durante unos instantes en todo aquello que creemos en torno a aquello que queramos trabajar: la abundancia, las relaciones familiares, la pareja, la salud, el trabajo… y a partir de aquí, tratar de observar qué creencias están bloqueando un determinado aspecto de nuestra vida.
A partir de aquí, podemos ir buscando artículos o vídeos por internet que planteen otras creencias relativas a esas materias o, directamente, elaborar una lista con nuevas creencias que nos «jueguen a favor» en la vida y tratar de ir recordándola de tanto en tanto para que vayan formando parte de nuestro interior.
¿Qué pensamos sobre nosotr@s?
Aún más importantes que las creencias que tenemos sobre la vida, están aquellas que tenemos sobre nosotros mismos. Detectarlas y cuestionarlas es muy importante.
Siempre me han inculcado que yo era patosa y torpe. No me había cuestionado que no pudiera ser cierto. Lo tenía asumido. Fue mi pareja quien, en cuanto se lo expliqué por primera vez, me dijo: «no eres patosa para nada, simplemente tienes miedo porque no confías en ti». A mis 46 años me di cuenta de que tenía razón. Me habían repetido tan insistentemente que era patosa, que lo había integrado en mí y actúo siempre como tal. Incluso lo verbalizaba con total rotundidad. No soy patosa. Me han hecho creer que lo era. Tenía una creencia que ha estado toda la vida limitando mi agilidad por miedo a caerme.
También siempre había pensado que no era capaz de hablar en público. En cambio, desde que publiqué el libro ‘El Verbo Amar’ hace poco más de un año, he estado participando en coloquios, presentaciones y entrevistas en público. Soy consciente de que aún debo mejorar y aprender a sentirme más cómoda. Pero trato de combatir mi propio miedo y lanzarme al vacío para ir avanzando poco a poco en el camino y romper esa creencia que me limitaba.
¿Cuáles son vuestras creencias limitantes? ¿Habéis logrado superar alguna?
Todos tenemos creencias que nos limitan para alcanzar nuestros sueños y anhelos; y otras que nos comportan sufrimiento o vivir una vida limitada. Cuestionémoslas y tratemos de reconducirlas para adquirir nuestro máximo potencial. No es instantáneo, pero detectarlas es un primer paso.