Las relaciones de pareja es uno de los temas que más impacto tienen en la sociedad. “El mundo del corazón” centra multitud de programas y contenido mediático. Las consultas de terapeutas están plagadas de personas cuyas crisis giran en torno a conflictos con sus parejas o sus “no parejas”. La llama del amor está presente siempre de una u otra manera en nuestras vidas.
Abro paréntesis. Es cierto que hay personas que renuncian a la pareja. Ya sea por decisión consciente, ya sea porque la vida les ha llevado a ese lugar. También las hay que renuncian a la maternidad / paternidad. El camino que tome cada cual es totalmente válido y aceptable. Pero en este artículo me centraré en las personas que deciden amar y establecer un vínculo afectivo con otra persona. Para aquellas personas que deciden tener pareja.
Hace años que insisto en que “el amor es inevitable” pero “amar” es una decisión. Una relación de pareja se establece a partir de una decisión de dos personas. Ambas deben de estar de acuerdo en crear y desarrollar ese vínculo entre ellas.
Hay muchas teorías sobre el amor y el enamoramiento. La mayoría coinciden en que el enamoramiento es una etapa inicial en las parejas. Hay quien dice que dura entre seis y ocho meses; otros dicen que entre dos y cuatro años. Yo creo que todo depende de nuestra capacidad y de nuestro interés en cuidar “la llama” del amor.
Las prioridades de cada persona
Cada cual és él (o ella) y sus circunstancias. Cada persona tiene multitud de cosas que ocupan su pensamiento, su día a día: el trabajo, la familia, los hijos, la salud… Para cada persona lo más importante es diferente.
En cuanto una pareja se afianza y se consolida, deja de ser un tema prioritario para nosotr@s y, sin darnos cuenta, vamos descuidando la relación… De la misma manera que cuando estamos sanos, no nos “preocupamos” por mantener nuestra salud. La damos por sentada. Hablo en líneas generales, evidentemente.
La relación de pareja necesita cuidado continuo. La llama del amor no es más que una acertada metáfora de lo que es el vínculo afectivo de pareja. Para mantener viva la llama de una hoguera hay que ir echando leña al fuego, poco a poco, en la justa medida, cuando percibamos que lo necesita porque está flojeando… o, simplemente, para que siga luciendo fuerte y hermosa.
Si echamos leña en exceso, el fuego se apagará. Si dejamos de echar, también. Tenemos que proteger la llama si aparece viento o cualquier elemento externo que la pueda apagar.
En las relaciones de pareja ocurre exactamente lo mismo. Debemos cuidar la llama del amor como si de una hoguera se tratase. Irla alimentando, protegerla, mimarla y sostenerla. Ambas personas que forman parte de la relación deben hacerlo por igual. El amor es cosa de dos.
Hacen falta dos personas para mantener una relación y tan solo una para romperla. Cada cual debe cuidar de esa llama común. Es un trabajo en equipo. Ambas personas tienen que querer seguir manteniendo la llama viva. Si no, no tiene sentido.
¿Cómo mantener viva la llama del amor?
Para cada persona, para cada relación, puede significar una cosa diferente. Nos enamoramos de los pequeños detalles que tienen las personas para con nosotr@s. Y cada uno de nosotros valoramos cosas totalmente diferentes de las personas con las que compartimos el camino. Se trata de descubrir las necesidades de cada cual.
Hay quien puede necesitar más fisicalidad, y hay quien puede necesitar que respeten sus tiempos y sus espacios. Se trata de que las dos personas que forman la relación sean compatibles en cuanto a sus necesidades. Si yo necesito abrazos o muestras de afecto constantes, debo encontrar una persona cariñosa a la que le encante ser afectuosa.
En general, las personas necesitamos que nos escuchen, que nos cuiden, que sean atentos con nosotras, ser importantes para la otra persona, que nos prioricen, que nos sorprendan. De una manera u otra, las necesidades básicas de todas las personas son las mismas. Lo que es diferente es la manera en la que deseamos que nos cubran esas necesidades.
Dicen que el amor se apaga con el paso del tiempo. Pero yo diría que lo que se desvanece es el interés. Sea por el motivo que sea. Porque empezamos a ver cosas que no nos gustan de la otra persona, sea porque se interponen en el camino otros temas que nos hacen desviar la atención y descuidar esa llama, pensando que se mantendrá en el tiempo por sí misma.
No es así. Hay muchos factores que pueden hacer desvanecer ese fuego. Por eso es tan importante cuidarlo de manera proactiva. Buscando espacios para estar a solas, estableciendo conversaciones abiertas sobre nuestros sentimientos y necesidades, mostrándonos vulnerables.
Por otro lado, también es importante tener en cuenta que nadie puede cubrir todas nuestras necesidades. Lo ideal es contar con un círculo íntimo de personas con quien poder contar en diferentes ocasiones y circunstancias.
En-amor-ando
Dicen que el enamoramiento se transforma en amor profundo con el paso del tiempo. A mi, que me gusta crear mis propias teorías, me gusta pensar que el amor es la base, pero el enamoramiento se puede ir despertando y realimentando “aún a pesar” del paso del tiempo.
Nos vamos enamorando y reenamorando de nuestras parejas al observar y al ser conscientes de aquellas características que las hacen únicas: su manera de mirarnos, su forma de tratar a los demás, su caracter abierto, su calidez, su ternura… si observamos a nuestra pareja de forma consciente podemos tener mil razones para seguir enamoradas de ellas. Igual que nos enamoramos de una canción, de un amanecer o de un paisaje, y ese enamoramiento permanece en el tiempo.
Evidentemente, también nos podemos ir desencantando. Al recibir rechazos, desplantes, malos gestos o feas palabras. Podemos amar a alguien, pero no podemos permitir que no nos trate como merecemos. La clave para que una relación sea satisfactoria es mantener viva la llama del amor.
Cada cual tiene su forma de hacerlo, pero es importante cuidar la intimidad en la pareja, pasar tiempo de calidad, tanto a solas como acompañadas, utilizar palabras de afirmación del compromiso, gestos que demuestren que esas palabras son ciertas… Incluso hacer regalos o sorprender a la otra persona de vez en cuando.
El amor mueve el mundo. Nuestra capacidad para amar y ser amados nos abrirá la puerta a un mundo de complicidad, conexión, disfrute y plenitud.
No todo el mundo prioriza de la misma manera la pareja en su vida, pero sea como sea, si deseamos que nuestra relación de pareja crezca y evolucione, debemos tratar de mantener viva la llama del amor.